sábado, 26 de noviembre de 2011

5. My F**king Nightmare.

*flashback*

Corrí hacia mi habitación tan rápido como me permitieron mis piernas, puse la música lo suficientemente alta para que nadie escuchara mis gritos, ni siquiera yo mismo. Cogí un compás, era lo más afilado que tenía a mano. Mikey y mi madre me siguieron hasta mi habitación, no lo supe hasta entonces. Cuando ya había introducido la punta del compás en la suave piel de la parte inferior de mi antebazo, la sangre comenzaba a brotar lentamente. Miré hacia delante. Estaban petrificados en la puerta. No sabía que hacer. Grité:

‘’¿Qué os importa lo que haga? ¡¡Todos acabaremos en el infierno!!’’

Esas palabras, ¿por qué dije esas palabras? ¿Por qué salí corriendo tras hacerlo? ¿Por qué no me arrepentí ese día?

Recuerdo la sensación de la sangre desplazándose por mi mano, hasta gotear en el suelo, recuerdo sus caras.

Me quedé dormido.

*************

Noto unos pichazos en el brazo derecho, miro hacia abajo y el café no está, ha desaparecido, de todas formas ya estaría bastante frío. Hay mucha luz, el sol está saliendo. Miré hacia la dirección de la que provenían los pinchazos.

Mikey estaba dándome con un palo y comprobando si estaba muerto, ¿Dónde ha quedado lo de mirar el pulso? Como era de suponer, él se había apoderado del café.

Al verme reaccionar me abrazó muy fuerte, pensé que me aplastaría, y se sentó a mi lado y no dijo nada. Me tendió uno de lo frapuccinos, estuvimos así un rato, sentados en silencio. Hasta que decidí decir algo.

-Lo siento, de verdad. –Lo dije sin apenas mirarlo, me avergonzaba de mí mismo, estaba realmente arrepentido.

-Lo sé, sé lo que has pasado.

Nos miramos, fue una de esas miradas que dicen más que cualquier palabra, cualquier signo explicable es insuficiente para describirlo.

Volvió el silencio. Pero no es un silencio incómodo, es más bien un silencio de comprensión y apoyo. Además, temo que si digo una sola palabra comenzaré a llorar como un niño.

Mikey es una de las pocas personas con las que podía mantener ese tipo de silencios, es una de las cualidades que más me gustan de él. Es el mejor hermano del mundo.

-Mamá está en casa, ¿quieres hablar con ella? –Lo dijo como si llevase un tiempo queriéndolo decir, pero se arrepintiese de haberlo hecho.

-Espera, necesito algo más de tiempo.

En realidad estaba sopesando si contarle lo ocurrido la mañana anterior, la llamada extraña, la nota, lo de la chica que ha ido a limpiar... Hasta ahora no había caído en una cosa, algo que me aterraba e intrigaba a partes iguales:

Queda un día menos, la cuenta atrás ha comenzado.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

4. She.

Me puse a esperar con unas cuantas personas, no me sentía mal, creo que hablar con ellos no será tan duro como había pensado.

Estaba impaciente, no me podía estar quiero. Entonces me vi reflejado en un espejo, la verdad es que no había pensado antes en mi aspecto, pero era mortal. Parecía un zombie, o un enfermo terminal. Hay quien llama enfermedad a lo que me pasa, yo lo califico más bien como un ‘’Periodo oscuro’’, todos tenemos un Periodo oscuro en el que hacemos cosas de las que nos arrepentimos, y que nos gustaría borrar. Para sentirme mejor me digo que lo importante es rectificar y seguir adelante, y espero que funcione.

Ellos no podían verme con ese aspecto… Ahora entiendo por qué la chica se asustó al verme, debió de pensar lo peor de mí. En ese momento me di cuenta que no podía sacarme de la cabeza lo ocurrido esta mañana.

-¿Gerard?

Estaba demasiado sumergido en mis pensamientos, hasta la tercera vez que me llamaron no me inmuté.

-Ah sí, soy yo, perdona.

-Gracias.

Salí de allí, ahora debía despejarme e intentar hacer algo con mi cara, no quería asustar a nadie.

Llegué a un parque cercano, me lavé la cara con el agua de una fuente, me sentó bien. Estuve un rato dando vueltas, pensando qué diría al llegar a casa. Decidí improvisar. Además, a Mikey ya lo tenía ganado cuando le enseñase todos los cafés que llevaba, adora el café.

Estaba dispuesto a irme ya, cuando pasó ella, la única persona que era capaz de hacerme sentir bien por el mero hecho de existir, todavía no sabía su nombre, pero sabía lo suficiente como para no poder dejar de adorarla. Sé que al verla esbocé una sonrisa, ella pareció no percatarse de que la estaba observando, es más, parecía no percatarse de nada.

Era como ver una película, tú puedes observar todo lo que hacen los personajes, pero no influyes en ellos ni en el desarrollo de la historia. Todos podíamos verla, pero ella parecía sumergida en algún extraño mundo que nosotros no éramos capaces de entender, algunos la criticarían por ello, a mí simplemente me resulta fascinante.

Iba escuchando música. Atravesó todo el parque, perdiéndose entre la vegetación.

Hasta ahora no recordé la nota que le había dejado en ese lugar… ¿La habrá leído? Espero que no, ahora que mis antiguos planes habían fallado esa nota no debía ser encontrada.

Fue entonces cuando regresé a la realidad, cuando recordé todos mis problemas y la posible solución a algunos de ellos. Bueno, la nota no creo que la haya encontrado todavía, o que la encuentre próximamente, por lo que no hay prisa, ya la recuperaré.

Decidí que tras pedir perdón y eso, le contaría a Mikey lo sucedido esa mañana.

Cogí un taxi, le di la dirección de casa. Me miré en un espejo, la verdad es que mi aspecto no había mejorado mucho, aunque la última vez que me vieron lo tenía mucho peor.

Al bajar del taxi se me humedecieron los ojos, era demasiado, no podía presentarme así tras haber hecho lo que hice, tras haber desaparecido de esa forma.

Estaba anocheciendo. Me senté en el árbol del jardín, me quedaría allí hasta decidir qué hacer. Miré mis brazos, esa cortada en mi muñeca que hice ese día, el día en el que comenzó todo...

lunes, 21 de noviembre de 2011

3. Childhood memories.

Alguien entró en la habitación. Me acerqué a ver quien era.

Era una chica, estaba pasando a limpiar las habitaciones. Parecía sorprendida, se extrañó bastante al verme, era como si no esperase ver a nadie aquí, o quizá es que vio el desastre de habitación que había dejado.
La verdad es que es muy mona, y bastante joven como para trabajar aquí. Tras una breve pausa se decidió a decir algo.

-Buenos días, ha…. ¿ha pasado una buena noche?

-Eh... pues sí, la verdad es que he estado bastante bien.- Dije sin mucha seguridad, en realidad no recordaba nada de la noche anterior, y esta mañana había sido demasiado extraña como para calificarla como buena o mala.

-Perdone, pero nadie ha reservado esta habitación desde hace 6 meses,  Usted no debería estar aquí...
Definitivamente, no esperaba encontrarme aquí. Parecía muy nerviosa, pero no le di importancia al asunto, tenía otras cosas en las que pensar.

-Lo siento, de verdad, no sé nada de lo que pasó anoche…

Miré hacia la puerta y ella se había esfumado. Estaba empezando a sospechar de todo, no había nada extraño en que la chica se hubiese ido así, parecía bastante tímida. Pero… ¿cómo había llegado yo a esa habitación?

Me puse los zapatos y recogí todas mis cosas, debía salir de ahí antes de agotar lo poco que me quedaba de cordura.

Me decidí a ir a ese lugar del que huí, con esas personas a las que decepcioné una vez. Les debía al menos una disculpa. Creo que sobran todas las explicaciones posibles, es más, ni siquiera yo soy capaz de explicar en lo que me he convertido, lo único que sé es su desencadenante, la muerte.

Antes de volver a casa debía pasarme por el Starbucks, era el lugar favorito de Mikey. Solíamos pasar un montón de tiempo allí, lo echaba de menos. Siempre habíamos estado muy unidos, pero tras los últimos acontecimientos nos habíamos distanciado, no sé qué sería de su vida, de lo único que estoy seguro es de que seguirá adorando el café.

Al llegar al Starbucks vinieron a mi mente muchos recuerdos de mi infancia, estaba sonando una de mis canciones favoritas, ‘’Sweet Child O’Mine’’

Cuando Mikey y yo éramos pequeños, solíamos pasar mucho tiempo en el Starbucks, pedíamos frappuccinos a nombres extraños y luego no reíamos mientras que los leían, no era gran cosa, pero disfrutábamos mucho haciéndolo. Hasta que llegó el día en el que nos prohibieron la entrada, fue en este mismo Starbucks, hace bastantes años.

Veo que todavía conservan esta extraña figurita, siempre me había llamado la atención. Es muy fea, por lo que siempre he pensado que tenía algún valor simbólico.

-Buenos días.

-Hola.- Emití una extraña sonrisa, yo sabía que era melancólica, espero que el dependiente no lo interprete de ninguna forma extraña.

-¿Qué quiere que le ponga?

-Pues me gustaría pedir 10 frapuccinos.- Cuando lo pensé no sonaba tan extraño como al decirlo, bueno, la verdad es que ni siquiera lo pensé, es lo que solíamos tomar Mikey y yo siempre. Cuando el café era la droga más adictiva que había probado.

-¿Perdona? ¿Ha dicho 10 frappuccinos?- Dijo el chico, sopesando si era una broma.

-Sí, 10.- Al afirmarlo no pude evitar reírme, me sentía relativamente bien, siempre que los pedíamos obteníamos una reacción similar.

-¿A nombre de quién?

Ahora es cuando solíamos decir un nombre divertido, para luego reírnos, pero eso fue lo que cambió esta vez


-Gerard.

domingo, 20 de noviembre de 2011

2. Reason to live.

Colgué el teléfono, en el fondo me sentía aliviado, no creo que hubiese sido capaz de hacerlo igualmente, aunque me había costado bastante decidirme a ello. Estas cosas no se piensan de un día para otro, aunque bueno, siempre hay tiempo para morir.

Mientras me bebía lo poco que quedaba del champán de anoche; que por cierto, estaba malísimo, pero al menos ayuda a olvidar; me quedé pensando en lo que había sucedido durante estos últimos meses, o lo que recordaba de ellos, esos terribles días en lo que toda mi vida había sido destruida. 

Mi mente vagaba por esos horribles recuerdos, los que no podían borrar ni el alcohol ni otros alucinógenos, aunque el hecho de borrarlos no impediría que hubiese sucedido todo aquello, no solucionaría nada, pero al menos mi ignorancia acerca de ello me podría hacer incluso feliz.

Fue entonces cuando me di cuenta de que había un papel al lado del teléfono, era muy difícil verlo, pero lo encontré por casualidad.

Me decidí a leerlo, supongo que no habrán limpiado bien, o que se le habrá caído a la chica de anoche, o quizás es mío, ¿quién sabe?

Lo abrí cuidadosamente, no sabía qué esperarme, pero desde luego no me esperaba eso. Ponía:

Aguanta 7 días más

¿Aguanta 7 días más? ¿Qué puede significar eso? Quizá no está dirigida para mí, seguro que la había escrito alguna de las parejas que habían estado anteriormente… o puede que hablaran de alguna operación secreta, o algo por el estilo, aunque pensándolo bien, no creo que unos detectives hubiesen estado en esta habitación antes que yo, o que hubiesen olvidado algo así…

Entonces llegué al pensamiento que había estado evitando desde que encontré la nota, pero que sabía que tarde o temprano tendría que sopesar: ‘’Quizá alguien me está buscando’’, ¿pero para qué?

Quizá alguien lo puso ahí para que yo lo hallase, alguien que me conoce lo suficiente como para saber que lo encontraría, alguien que está más cerca de mí de lo que me puedo imaginar…

Puede que esté relacionado con esos días oscuros, en los que yo no era yo, y mis acciones estaban dominadas por el efecto de cualquier tipo de sustancia que me hiciera parecer feliz.  ¿Qué había hecho?

¿Tendrá algo que ver con la llamada que había recibido anteriormente? No le había dado la menor importancia hasta ahora, puesto que había supuesto que era una broma o algo por el estilo, pero ahora comienzo a pensar que hay alguna relación.

Si ese ‘’alguien’’ quiere algo de mí… ¿por qué he de aguantar 7 días?, ¿Qué pasará entonces?
Bueno, tomaría esto como una ‘’razón para vivir’’, tengo demasiada curiosidad y demasiado tiempo libre como para dejarlo estar.

Recuerdo lo que me dijo mi abuela de que era pequeño. Era un día en el que estaba muy triste, ella me agarró las manos muy fuerte, pero no lo suficiente como para hacerme daño, de esa forma especial en que siempre solía hacerlo, me miró a los ojos y me dijo:

-‘’Recuerda que por muy mal que estés, por muy feo que sea todo y muy mal que te traten, siempre habrá algo bueno, alguna razón por la que seguir viviendo, algo por lo que merezca la pena luchar y seguir adelante, aférrate a ello, y no lo sueltes nunca. Todos tenemos una razón para vivir.’’

La echo mucho de menos...

viernes, 18 de noviembre de 2011

1. Desert song

La luz me daña los ojos, comienza el dolor de cabeza, es como si cada uno de mis nociceptores cobrase vida propia. No puedo moverme.

Esta habitación es distinta a la última, las cortinas son horrorosas, diría el día concreto en el que estoy, pero hace mucho que perdí la noción del tiempo. Es más, hace varios días que ni siquiera estoy sobrio, es más llevadero así. 
La chica de esta noche ya se había marchado, me pregunto cómo sería, aunque la verdad es que no me importa demasiado. No puedo recordar nada ocurrido después de aquel día, el día en que el mundo como lo conocía cambió por completo, o simplemente cambió mi visión sobre él.

¿Alguna vez has estado vivo sin vivir en absoluto? ¿Alguna vez te has ocultado tanto que incluso tú te creías tus  mentiras? Estas son las preguntas que no puedo sacarme de la cabeza.

No sé si era por ignorancia o porque ya sabía la respuesta, pero nunca me había cuestionado si mi vida valía la pena, si tenía sentido… es más ¿para qué vivo? ¿Es esto vivir? Si realmente lo es, la vida está sobrevalorada.

¿Qué es realmente vivir? No basta con cumplir las funciones vitales, hay algo más, algo de lo que no solemos hablar, pero todos sabemos que está ahí, acompañándonos a cada uno de nosotros, y  que es más fuerte que todo lo que conocemos actualmente. Es como una esperanza inagotable, que nos hace pensar que todo mejorará aunque realmente sepamos que no y las cosas no dejen de ir mal. Siempre hay una posibilidad de que todo mejore, y por mínima que sea nos aferramos a ella.

Es similar a esa sensación que hace que sientas como si algo dentro de ti estuviese a punto de desgarrarte el pecho para salir al exterior, lo peor es que crees que todo va bien… cuando tienes esas sensaciones realmente crees que todo está bien, pero algo en ti sabe que no lo está en absoluto, en ese momento eres como un juego de palillos chinos, todo parece estable, e incluso perfecto a veces, pero el mínimo movimiento puede desmoronarlo todo por completo, llega un punto en el que te das cuenta que hay una horrible angustia dentro de ti que no desaparecerá fácilmente, entonces ahí tú decides qué hacer con tu vida, si merece la pena seguir así, si algo debe cambiar, o la otra opción, ahí es dónde estoy yo ahora mismo, en ese punto de indecisión, en el que tengo que decidir entre seguir existiendo, por así decirlo, o adelantar el inevitable final que tarde o temprano tendré.

Estaba dispuesto a armarme de valor, en este caso más bien de cobardía, pero no podía seguir así. Creo que 10 de estas pastillas serán suficientes, me iré sumergiendo en un sueño profundo hasta morir plácidamente, la verdad es que siempre me ha gustado la sangre, pero no quería sufrir más, ya había tenido suficiente.

Todo estaba preparado, he dejado una nota en un lugar en el que solo a ella se le ocurriría mirar. Siempre que pienso en ella una amarga sonrisa aparece en mis labios. En realidad no sé qué tiene que no tengan las demás, pero cada vez que la veo es como si todo a su alrededor se desvaneciese.

Estaba a punto de conseguirlo, a punto de dejar este horrible mundo de una maldita vez cuando sonó el teléfono. Cuando me di cuenta de que no tenía por qué cogerlo, puesto que nadie sabía dónde me encontraba, ya era demasiado tarde, estaba con el teléfono en la oreja.

-¿Dígame?
-*susurros*
-¿Perdone, quién es?
-*respiración fuerte*

En fin, la gente parece ser que no tiene nada mejor que hacer que llamar a cualquier hora a un número extraño. En ese momento comprendí que no era cualquier hora, y que esa persona sabía a quién llamaba.

Según mi móvil, estamos a 6 de febrero, y son las 7:07 a.m.