La luz me daña los ojos, comienza el dolor de cabeza, es como si cada uno de mis nociceptores cobrase vida propia. No puedo moverme.
Esta habitación es distinta a la última, las cortinas son horrorosas, diría el día concreto en el que estoy, pero hace mucho que perdí la noción del tiempo. Es más, hace varios días que ni siquiera estoy sobrio, es más llevadero así.
La chica de esta noche ya se había marchado, me pregunto cómo sería, aunque la verdad es que no me importa demasiado. No puedo recordar nada ocurrido después de aquel día, el día en que el mundo como lo conocía cambió por completo, o simplemente cambió mi visión sobre él.
¿Alguna vez has estado vivo sin vivir en absoluto? ¿Alguna vez te has ocultado tanto que incluso tú te creías tus mentiras? Estas son las preguntas que no puedo sacarme de la cabeza.
No sé si era por ignorancia o porque ya sabía la respuesta, pero nunca me había cuestionado si mi vida valía la pena, si tenía sentido… es más ¿para qué vivo? ¿Es esto vivir? Si realmente lo es, la vida está sobrevalorada.
¿Qué es realmente vivir? No basta con cumplir las funciones vitales, hay algo más, algo de lo que no solemos hablar, pero todos sabemos que está ahí, acompañándonos a cada uno de nosotros, y que es más fuerte que todo lo que conocemos actualmente. Es como una esperanza inagotable, que nos hace pensar que todo mejorará aunque realmente sepamos que no y las cosas no dejen de ir mal. Siempre hay una posibilidad de que todo mejore, y por mínima que sea nos aferramos a ella.
Es similar a esa sensación que hace que sientas como si algo dentro de ti estuviese a punto de desgarrarte el pecho para salir al exterior, lo peor es que crees que todo va bien… cuando tienes esas sensaciones realmente crees que todo está bien, pero algo en ti sabe que no lo está en absoluto, en ese momento eres como un juego de palillos chinos, todo parece estable, e incluso perfecto a veces, pero el mínimo movimiento puede desmoronarlo todo por completo, llega un punto en el que te das cuenta que hay una horrible angustia dentro de ti que no desaparecerá fácilmente, entonces ahí tú decides qué hacer con tu vida, si merece la pena seguir así, si algo debe cambiar, o la otra opción, ahí es dónde estoy yo ahora mismo, en ese punto de indecisión, en el que tengo que decidir entre seguir existiendo, por así decirlo, o adelantar el inevitable final que tarde o temprano tendré.
Estaba dispuesto a armarme de valor, en este caso más bien de cobardía, pero no podía seguir así. Creo que 10 de estas pastillas serán suficientes, me iré sumergiendo en un sueño profundo hasta morir plácidamente, la verdad es que siempre me ha gustado la sangre, pero no quería sufrir más, ya había tenido suficiente.
Todo estaba preparado, he dejado una nota en un lugar en el que solo a ella se le ocurriría mirar. Siempre que pienso en ella una amarga sonrisa aparece en mis labios. En realidad no sé qué tiene que no tengan las demás, pero cada vez que la veo es como si todo a su alrededor se desvaneciese.
Estaba a punto de conseguirlo, a punto de dejar este horrible mundo de una maldita vez cuando sonó el teléfono. Cuando me di cuenta de que no tenía por qué cogerlo, puesto que nadie sabía dónde me encontraba, ya era demasiado tarde, estaba con el teléfono en la oreja.
-¿Dígame?
-*susurros*
-¿Perdone, quién es?
-*respiración fuerte*
En fin, la gente parece ser que no tiene nada mejor que hacer que llamar a cualquier hora a un número extraño. En ese momento comprendí que no era cualquier hora, y que esa persona sabía a quién llamaba.
Según mi móvil, estamos a 6 de febrero, y son las 7:07 a.m.
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